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«Valor de la palabra»

Mensaje de José Luis Sampedro, titulado «Valor de la palabra», escrito con motivo del Día del Libro (1993), por encargo de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha.images

Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores. Ahora nos gritan que vale más la imagen y con la televisión -la primera escuela- se inculcan a los niños, antes de que hablen, los dos desafueros del sistema: la violencia y el consumo. Con esas cadenas el poder político y el económico nos educan para ciudadanos pasivos, sin imaginación, porque siempre es peligrosa para los poderes establecidos. Y ante esas imágenes carecemos de voz: no tenemos medios para televisar contrariamente mensajes de tolerancia y de sensatez.

Hace cinco siglos la imprenta nos libró de la ignorancia llevando a todos el saber y las ideas. El alfabeto fomentó el pensamiento libre y la imaginación: por eso ahora nos quieren analfabetos. Frente a las imágenes impuestas necesitamos más que nunca el ejercicio de la palabra, siempre a nuestro alcance. El libro, que enseña y conmueve, es además ahora el mensajero de nuestra voz y la defensa para pensar con libertad.

 

El pesimismo de un gran escritor

«[…]el problema es que el hábito de la lectura se ha esfumado. Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado. No llega la señal. La concentración, la soledad, la imaginación que requiere el hábito de la lectura… Hemos pedido la guerra. En veinte años, la lectura será un culto… Los lectores van a desaparecer. Seguirá habiendo novelistas que seguirán escribiendo, pero serán leídos por menos y menos gente».

(Palabras de Philip Roth citadas por Rodrigo Fresán en  ABC Cultural, n.º 1067, 17 /11/12)

Las casas del Libro

«¿Puede existir algún escritor que previamente no haya sido un acérrimo lector? Las bibliotecas constituyen el templo sagrado donde la experiencia acumulada durante siglos de humanismo se nos ofrece, fácil, accesible, para que fluya libre por nuestras venas y alimente  un discernimiento indefectiblemente basado en el noble legado de quienes nos precedieron. Las bibliotecas son el sanctasanctórum de los escritores, un manantial inagotable donde absorber la savia de los clásicos, donde aprender a trabajar la palabra con el esmero y la delicadeza del orfebre. Y los bibliotecarios son los guías, los maestros que nos dirigen a través de un intricado laberinto para mostrarnos la joya que buscamos, la piedra filosofal capaz de transmutar la prosa banal en nobles y primorosas locuciones. Los bibliotecarios orientan, dirigen, aconsejan; abren caminos y desbrozan lindes para que nuestros pasos no se pierdan. Y, además siembran vocaciones. Los bibliotecarios son los mejores amigos del libro, y por ende, nuestros compañeros más fieles. » Carmen Bandrés Sánchez-Cruzat

República de las Letras n.º 128, p. 127

Cultura y nacionalismos

José Manuel Lara Bosh, presidente del Grupo Planeta, con sede en Barcelona que, entre otros medios, controla las cadenas de TV Antena 3 y la Sexta y los periódicos Avui y La Razón, dijo el pasado viernes 28 de septiembre, en el programa Protagonistas de ABC Punto Radio, que dirige Luis del Olmo, que su empresa se iría «a Zaragoza, a Madrid o a Cuenca» si se produjera la hipotética independencia de Cataluña.

«Nos quedan, siempre, las palabras»

El número 249 de la revista Clij (septiembre-octubre 2012), en su editorial «Nos quedan, siempre, las palabras», firmado por la directora Victoria Fernández,  incluye el siguiente inteligente párrafo:

«¡Qué buena oportunidad para debatir sobre el lenguaje en los centros escolares! Para hablar del nacimiento y la muerte de las palabras, de su riqueza significativa, de su importancia fundacional para hacernos seres humanos conscientes de serlo. Para estimular el interés y la curiosidad por un uso inteligente del lenguaje de esos «nativos digitales» que acceden a más y más tecnologías pero a menos y menos palabras para comprender su mundo, pensar con precisión y expresarse con claridad.»

«Los Editores»

Lo de Ediciones de la Torre es cuento largo: para crear una editorial distinta, volcada en la poesía tradicional, los clásicos y los niños, José María Gutiérrez de la Torre intentó conseguir permisos, entonces obligatorios, en 1975 y los consiguió en 1976. «Yo había logrado reunir un pequeño grupo de amigos con la idea de crear una plataforma cultural independiente pero, declaradamente de izquierdas. Nos parecía que había mucho qué hacer en la vida cultural española, sobre todo en la vía editorial. ¿Por qué poesía?: por su belleza, por su capacidad para explicar los sentimientos humanos, por su luz».
Arrancaron con 615.000 pesetas (3.700 euros) pero en 2011 «partimos de un presupuesto de 200.000 euros y no fuimos capaces de cubrirlo», así que este año «hemos rebajado un veinte por ciento nuestras previsiones y no sabemos qué pasará». Mientras, van digita-lizando su fondo -«despacio pero bien»- y de los más de 300 títulos vivos en su catálogo ya pueden ofrecer «en los nuevos soportes unos cincuenta».
¿Su mayor problema? Ahora mismo, la distribución, «y tiene difícil solución. El sector debería hacer un debate a fondo sobre temas tan importantes como depósitos, devoluciones, ferias, descuentos… y hasta el precio fijo». Menos mal que tienen claro a qué aferrarse: «Persistir, insistir, subsistir… editar».

Nuria Azancot, El Cultural, 27 de julio de 2012, p. 30