Reseña

IGNACIO JAVIER LÓPEZ. Pedro Antonio de Alarcón (prensa, política, novela de tesis).
Madrid: Ediciones de la Torre, 2009. 349 pp.

«A pesar de la constante reedición de El sombrero de tres picos y de algunos de sus cuentos, la obra de Pedro Antonio de Alarcón parece haber caído en el olvido. Si se compara el número de estudios que le ha dedicado la crítica contemporánea con la avalancha de artículos y monografías que han aparecido a la largo de los últimos años sobre otras figuras importantes de la época, se nota en seguida una falta de interés general en el ambiente académico. Sin embargo, quizá no sea tanto una cuestión de falta de interés como de  perplejidad ante una figura que ejemplifica todas las contradicciones ideológicas y estéticas  de una de las épocas más complicadas de la historia española contemporánea. Ignacio Javier López se dedica en el presente libro a desentrañar los vaivenes de esta evolución
política y literaria con el fin de aclarar hasta qué punto la ideología ha influido en la recepción de la obra de Alarcón, y cuáles son los logros permanentes de su obra dentro
de la historia de la narrativa española.
El libro se divide en dos partes tituladas «De la prensa a la política» y «De la política
a la novela.» La primera parte describe al detalle las distintas etapas de la evolución  ideológica del autor. Basándose sobre todo en los textos periodísticos de Alarcón, López explica la progresiva transformación del rebelde romántico de los primeros años en uno de los representantes más famosos del pensamiento ultramontano de la Restauración. El análisis cuidadoso de su obra desde la Vicalvarada de 1854 hasta la revolución de 1868, muestra que la leyenda tradicional de una conversión repentina del autor a ideas más conservadoras es una reducción absurda de la realidad histórica. En el contexto del nuevo papel del escritor en la sociedad española de la época, Alarcón aparece como representante de una literatura que, aunque heredera de la retórica del romanticismo, se consagraba progresivamente al servicio de la política del momento. Particularmente interesante en este contexto es la relación entre Alarcón y la Unión Liberal bajo el mando del general O’Donnell. La profunda admiración que sentía Alarcón por O’Donnell refleja no sólo una concepción pragmática de la política, sino también de la literatura como una profesión al servicio de los intereses de la clase social dominante.
La culminación de esta unión de política y literatura para Alarcón es la obra que le lanzó definitivamente a la fama nacional: Diario de un testigo de la Guerra de África (1859). López dedica unas páginas muy interesantes al análisis de este texto, a menudo olvidado por la historia literaria. En contraste con cierta tradición crítica que resalta la supuesta maurofilia romántica del autor, este crítico demuestra que Alarcón no sólo utilizó su texto para justificar la política imperialista del momento, sino que también reflejó claramente los prejuicios de su sociedad y época en sus descripciones de los soldados enemigos y de los civiles con los que se encontraba durante la campaña militar. Pone la actitud y la actuación del autor en su marco político y cultural sin ánimo de disculpa, para que se pueda  comprender en su totalidad la concepción que tenía Alarcón de la función dela literatura y del escritor en la sociedad de su época. En este sentido, es importante subrayar el hecho de que el Alarcón del Diario sigue la tendencia general de los literatos de su época al arrimarse a la política y defender los a veces indefendibles intereses de su partido.
Sólo en este contexto se puede entender la última época de la vida productiva del autor cuando, ya en la época de la Restauración y con el fracaso de la Gloriosa como trasfondo,
Alarcón se encuentra a desfase con el lector literario y con la tendencia general de la política del momento. La última sección de la primera parte del libro, titulada “Literatura y revolución,” explica la reacción de Alarcón al caos del Sexenio Revolucionario y su progresivo acercamiento a círculos cada vez más reaccionarios. Paradójicamente, ésta es
la época en que Alarcón produce algunos de sus textos más importantes, y López dedica la
segunda parte de su estudio a la explicación de esta paradoja. Un breve análisis de la obra
temprana El hijo pródigo le sirve para sugerir que la concepción que tenía Alarcón desde
joven del enfrentamiento entre la fe y la ciencia moderna ayuda a explicar su posterior
adopción de opiniones ultramontanas. En los primeros años de la Restauración, Alarcón
se cree el representante de un sector de la sociedad llamado a defender los valores de la
religión y la tradición frente al materialismo moderno, y López examina con cuidado la
manera en que la recepción crítica de El escándalo y, en menor medida, de El Niño de la
Bola, dependía en su momento de la postura ideológica de cada lector. Al mismo tiempo,
sugiere que la crítica posterior se ha dejado influir excesivamente por estos primeros juicios
críticos. Defiende el valor sobre todo de El escándalo como modelo para la novela de tesis posterior y como una obra de una complejidad formal y temática sorprendentes al situarla dentro de la tradición de la novela romántica, y no de la novela realista que la sigue.
Este enfoque en los textos periodísticos del autor y en las novelas de tesis ayuda a dar coherencia al libro y a hacer que la evolución ideológica de Alarcón se vea con mayor
claridad. Se podría objetar que la fama del autor hoy depende más de los cuentos y de El
sombrero de tres picos, quizás su contribución más permanente a la literatura española.
Sin embargo, esos textos no existen en el vacío, y cualquier estudio posterior de la obra de
Alarcón tendrá que tener en cuenta la importante labor de contextualización y explicación
que se ha llevado a cabo en este estudio.»

Ramón Espejo-Saavedra (Anales galdosianos.  Boston, EE.UU.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *