Una excelente reivindicación de nuestro idioma

«Hablo y escribo en español cuando quiero expresar en detalle mis emociones, mis sentimientos, una idea. A los otros, a los míos, a mí misma. Aunque a veces no me entiendan. También pienso y sueño en mi lengua: el español. Es por eso por lo que, aunque defiendo a ultranza el aprendizaje de cuantas más lenguas mejor —y en este principio he educado a mis hijos desde que se asomaron al mundo—, ha sido el español mi único puente de comunicación con ellos, desde que los sentía dentro de mi cuerpo hasta el día de hoy…»

«… Auguro que, en muy pocos años, no habrá negocio o carrera, despacho, investigación o proyecto artístico visionario, en todos y cada uno de los cinco continentes, que pueda desarrollarse y alcanzar aceptación y éxito si sus creadores no hablan español o no se realiza también en español. Mis últimas experiencias corroboran este presentimiento y lo hacen, poco a poco, convertirse en certeza…»

«… Es emocionante escuchar español en Australia y en Teherán, en Suráfrica y en la Antártida, en Japón y en Singapur. Una de mis amigas más cercanas en Londres es iraní, escritora y novelista, publica sus libros en inglés y en francés. Pero conmigo y cuando escribe su diario solo para ella cada noche, lo hace en farsi y en español. Dice que son las lenguas del corazón…»

«… El español es la lengua del corazón, del cerebro. Es la lengua del inmediato futuro y de las generaciones que vienen. Con la lengua china, la lengua española está hilvanando las vértebras del futuro en la ciencia y en la tecnología, en la economía y en las finanzas. En el arte y en la poesía. Yo, mientras, sigo hablando, escribiendo, pensando y amando a los míos en español.»

Elena Ochoa Foster, La lengua del corazón. ABC Cultural, 18/06/2011

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