872. Gran Bar Distopía: La realidad alcanza la ficción

El pasado lunes 28 de abril vivimos un apagón sin precedentes en la historia reciente de España. Durante horas, nos quedamos sin electricidad, sin luz, sin comunicaciones. Las ciudades quedaron paralizadas: los semáforos dejaron de funcionar, cientos de personas quedaron atrapadas en ascensores, y miles de llamadas urgentes colapsaron los servicios de emergencia ante la imposibilidad de asistir a quienes dependen de la electricidad para vivir.

Lo que para muchos fue un episodio insólito, Manuel García Rubio ya lo había imaginado en su novela Gran Bar Distopía. Como si tuviera una brújula afinada hacia lo que no queremos ver, en el capítulo 1 nos habla del mundo de la supervivencia y la importancia de estar preparados -literalmente- con dos mochilas. Y en el capítulo 28, en una inquietante reflexión sobre el silencio de Dios, retorna el pasaje del Apocalipsis de Juan, donde el silencio lo dice todo.

El propio autor escribía: «El Gran Bar Distopía clavé, por el momento, el capítulo 1, sobre las dos mochilas, y el 28, sobre el silencio de Dios, anunciado en el Apocalipsis de Juan. Ojalá la realidad me quite la razón en todo lo demás»  

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871. ¡Feliz Día del Libro! 📖

«Editar libros sin someterse a partidos o bancos. El Libro como necesidad y placer, como medio supremo de comunicación del pensamiento humano. El Libro portador de valores fundamentales para la convivencia y el progreso, desde la alegría a la tolerancia; libros-sonrisa, para enlazar miradas y almas; libros-ladrillo, para construir fábricas, catedrales, escuelas y hogares; libros-sonda para penetrar en la tierra o en el espacio y mostrar al hombre sus infinitas riquezas; libros-cofre para guardar los más preciados tesoros…»

José María Gutiérrez de la Torre. En 40 miradas sobre el libro y su futuro. Ediciones de la Torre. 2020. Página 98.

 

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870. Los lunes con poesía (11)

Coplas del alma que pena por ver a Dios

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.

Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.

Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer,
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero porque no muero.

El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?

Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento
el no te poder gozar;
todo es para más penar
por no verte como quiero,
y muero porque no muero.

Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero,

Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.

Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida, Facsímil
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?

San Juan de la Cruz

Celebrando la Semana Santa, la Pascua, rememoramos los anhelantes y profundos versos de San Juan, que recuerda a su estimada amiga y maestra espiritual Santa Teresa de Jesús en ese «muero porque no muero». La vida que se volvió muerte, y la muerte que se ha vuelto vida nos recuerda que todo cambia, todo sigue, y todo regresa, transformado.

 


Encuentra este poema en la página 53-55 de nuestro San Juan de la Cruz para niños y jóvenes (2 2024)

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869. Los lunes con poesía (10)

Ayer te besé en los labios

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.

El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.

Pedro Salinas

Compartimos este poema con motivo del día internacional del beso, celebrado ayer, día 13 de abril. Los besos son creaciones indescriptibles que unen a dos personas en secreto pacto, silencioso, confuso, caótico, abrumador… El escultor Auguste Rodin trató de cristalizar la magia del beso en su famosa escultura El beso (tallado entre 1888 y 1898), que representa en origen a los enamorados Francesca y Paolo de La Divina Comedia de Dante Alighieri —los cuales, presa de un súbito ardor amoroso, se besan, pero son sorprendidos y asesinados por el marido de Francesca y condenados a vagar por los Infiernos—.

Pedro Salinas rememora en este poema ya no el climático momento inmortalizado por Rodin, sino el recuerdo del beso, íntimo y dulce, en la mente del enamorado.


Encuentra este y otros poemas en nuestra colección de poesía Poesía cada día (2008), p. 231.

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868. Los lunes con poesía (9)

¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca…

¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca
cuando es jazmín, morada es cuando es lirio.
Sabe abrir el capullo
sin reservar dulzuras para ella,
a la mirada o a la abeja.
Permite sonriendo
que con su alma se haga miel.
¡Cuánto sabe la flor! Sabe dejarse
coger por ti, para que tú la lleves,
ascendida, en tu pecho alguna noche.
Sabe fingir, cuando al día siguiente
la separas de ti, que no es la pena
por tu abandono lo que la marchita.
¡Cuánto sabe la flor! Sabe el silencio;
y teniendo unos labios tan hermosos
sabe callar el «ay» y el «no», e ignora
la negativa y el sollozo.
¡Cuánto sabe la flor! Sabe entregarse,
dar, dar todo lo suyo al que la quiere,
sin pedir más que eso: que la quiera.
Sabe, sencillamente sabe, amor.

Pedro Salinas, Largo lamento (1936-1939)

Celebrando la venida de la primavera, salimos a pasear y vemos las pequeñas hojas verdes asomando del interior de las desnudas ramas de los árboles; las flores se desperezan y se abren al buen tiempo, desvelando la sabiduría silenciosa de la que habla Salinas. Escuchemos cómo sin palabras, en su continuo movimiento, nos enseñan las cosas importantes de la vida.


Este poema se encuentra en Antología poética del paisaje de España (ed. Cayo González y Manuel Suárez), 2019, p. 188-189; y en Pedro Salinas para niños, 1992, p. 88.

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867. A propósito de la mochila de supervivencia

Hace ya dos años, el novelista Manuel García Rubio nos invitó a pensar sobre este tema de actualidad al comienzo de su novela Gran Bar Distopía (Ediciones de la Torre, 2023).

En las últimas semanas nos han llegado noticias sobre cómo preparar un kit de supervivencia. Qué debemos llevar o cómo debe ser la mochila son las preguntas que, precisamente, nos plantea ya en el primer capítulo de la novela Gran Bar Distopía del autor Manuel García Rubio —al que ya tuvimos el placer de publicar en Ediciones de la Torre con El sentido de las cosas (2022)—. A continuación os dejamos con el primer capítulo de esta original novela, que seguro encantará a aquellos a los que os apasione «el tema apocalipsis» y también a aquellos que busquen embarcarse en una historia llena secretos, conspiraciones y sucesos misteriosos.

Además, ¡ha sido recientemente recomendada en la sección de La Biblioteca de Hoy por Hoy (Cadena Ser)! Escuchad por vosotros mismos en el siguiente enlace (minuto 5:11).

Para más contexto, en la novela conocemos a Abel Manso Manso, peculiar chico que está convencido de la inminencia del apocalipsis, por lo que ha creado un foro en internet, el Survival Post. Es un muchacho especial, de inteligencia aguda y de intuiciones poderosas, pero carente de ciertas habilidades sociales. “Soy alto, gordo, fofo, calvo, visto una eterna gabardina caqui que me convierte en isotérmico y, para más inri, tengo problemas auditivos graves que me obligan a llevar audífono; además, se me escapan las sonrisas sin querer”, dice de sí mismo. La desaparición de su tía Esther es el primero de una serie de sucesos con los que el autor construye un relato sorprendente, compacto, de personajes inolvidables, original en su forma, profundo y burlón, hilarante en ocasiones, que interpela a un lector abocado a las preguntas más incómodas.


PERK vs SBOB

PERK es el acrónimo de Personal Emergency Relocation Kit. Se trata de una mochila destinada a proporcionar al individuo postapocalíptico setenta y dos horas de autonomía vital tras el Acontecimiento Catastrófico, comúnmente conocido como Apocalipsis. Se diferencia de la SBOB, o Survival Bug Out Bag, en un detalle que parece menor y que, sin embargo, divide a la comunidad survivalista en dos grandes grupos. El estado de la cuestión es el siguiente.

Partimos de la regla del 3 de la supervivencia: tras una hecatombe, se puede vivir tres segundos sin saber dónde estamos, tres minutos sin oxígeno, tres horas sin refugio, tres días sin agua, tres semanas sin alimento, tres meses sin salud. De lo que se deduce que cinco son los aspectos básicos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de preparar una mochila de supervivencia: ubicación, respiración, abrigo, alimentación y salubridad. De esta forma, es fácil coincidir en el listado de elementos imprescindibles para llenar el macuto: brújula, mapa y linterna, junto con pila de alimentación fotovoltaica o, mejor, de carga mecánica mediante manivela; mascarilla y bombona de oxígeno; dos juegos de repuesto de ropa interior y exterior y manta o saco de dormir, ligero pero impermeable, mejor de aluminio; alimentos ricos en nutrientes y contenedor para transportar líquidos, más pastillas para depurar el agua; un botiquín de primeros auxilios; mechero y piedra capaz de producir chispas, cuerda, un cuchillo, dos destornilladores y una llave inglesa. No debemos olvidar una pequeña libreta y un lápiz —nunca bolígrafo o pluma, pues la tinta podría solidificarse en caso de frío extremo—, un libro entretenido, sencillo de leer y de tono optimista —conviene huir de la literatura del yo—, y un dispositivo electrónico tipo táblet que contenga, además de nuestros documentos básicos, un vademécum completo de conocimientos prácticos y elementales sobre agricultura, materiales, medicina, energía, transporte, comunicación, química y astronomía. Todos estos elementos, bien organizados, pueden caber en una mochila clásica de treinta y cinco litros, adecuada para ser llevada a las espaldas de una persona de complexión ordinaria, no necesariamente fuerte.

En lo hasta aquí expuesto, entre los especialistas no se dan grandes ni graves controversias. Existe, sin embargo, un punto de fricción que, en el fondo, no refleja una simple discrepancia técnica; antes al contrario, encierra una profunda fractura en la visión del mundo de quienes discuten este asunto. Nos referimos al diseño exterior de la mochila. Parece una chorrada pero no lo es.

Para muchos survivalistas, el saco debería disponer de bolsas o bolsillos laterales e independientes que permitan organizar el contenido de lo transportado en función de su naturaleza o finalidad, en modo tal que su localización y acceso resulten sencillos y, sobre todo, rápidos. Quienes defienden esta posibilidad, a la que responde la mayoría de los modelos PERK que el mercado oferta, están pensando en situaciones que requieren una reacción positiva urgente, algo más que probable en un escenario de catástrofe recién acontecida.

Para otros, en cambio, esas bolsas laterales no hacen más que entorpecer algunos movimientos críticos para un superviviente que deba defenderse de una amenaza con sus propias manos, o que necesita huir a través de espacios confinados, estrechos o con abundantes obstáculos. Estos últimos son los defensores de la SBOB, mochila de exterior completamente liso, que facilita a su porteador la realización de movimientos ágiles y enérgicos en cualquier escenario.

Así como los survivalistas partidarios del PERK suponen que una contrariedad suprema para el género humano estimularía en las personas supervivientes respuestas de tipo colaborativo, los patrocinadores de la SBOB, también conocidos como rawlistas o madmaxistas, sostienen que cualquier amenaza a la integridad física de un individuo acentuaría en éste ese connatural instinto de autodefensa que no reconoce otra ley que la del más poderoso; de hecho, sus mochilas renuncian a buena parte de los elementos pasivos de supervivencia para dejar espacio, entre otros artilugios, a las armas cortas y largas, incluso de asalto, conscientes de que el aire, la manutención y el abrigo no son recursos que uno deba llevar consigo ni, mucho menos, compartir con los demás; tras la catástrofe, si no hay recursos para todos, habrán de ser conquistados por la fuerza.

Como se ha dicho, el mundo survivalista no ha sido capaz de llegar aún a ninguna conclusión unánime. Hoy por hoy, las posiciones parecen irreconciliables. Tal vez, el problema posea unas raíces antropológicas tan profundas que carezca de posibilidad alguna de componenda. En cualquier caso, la mayoría de las personas ignoran el asunto y su importancia. Otras se limitan a dejar que sean los fabricantes de material deportivo quienes aporten la solución definitiva al debate, en un alarde de fe en la eficiencia de la ley de la oferta y la demanda.

En fin, cosas de la naturaleza humana.

¡Sigue leyendo aquí!

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866. Hans Christian Andersen

Niño

Claridad de corriente,
Círculos de la rosa,
Enigmas de la nieve:
Aurora y playa en conchas.

Máquina turbulenta,
Alegrías de luna
Con vigor de paciencia:
Sal de la onda bruta.

Instante sin historia,
Tercamente colmado
De mitos entre cosas:
Mar sólo con sus pájaros.

Si rica tanta gracia,
Tan sólo gracia, siempre
Total en la mirada:
Mar, unidad presente.

Poeta de los juegos
Puros sin intervalos,
Divino, sin ingenio:
¡El mar, el mar intacto!

Jorge Guillén

Celebramos que tal dia como hoy (de 1805) nació Hans Christian Andersen y celebramos a todos los niños y niñas que disfrutan de sus cuentos aún a dia de hoy.

En 2005 editamos El cuento de mi vida (trad. M.ª Pilar Lorenzo).


Encuentra este poema y muchos más en nuestra edición de Jorge Guillén para niños (ed. Antonio A. Gómez Yebra), p. 39

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865. Los lunes con poesía (8)

El chato de las Vistillas

El Chato de las Vistillas
le decía al de Pozuelo:
—No hay quien conozca cual yo
el gran mundo madrileño.
Tengo buenas relaciones
y buenos conocimientos
desde la Bombi hasta el Rastro
y desde el Rastro al Estrecho.
Conozco a los maleantes
que van al Pardo al ojeo
y a los que cazan con liga
en el Cerro del Pimiento.

Tengo amigos en las tascas,
tabernas y merenderos
que se extienden desde el Puente
hasta el Pico del Pañuelo.
Soy parroquiano efectivo
del bodegón del Infierno,
de la tasca de la Blasa
y el café de Naranjeros.

Ni la Ronda de Segovia,
ni la Ronda de Toledo
tienen para mí tapujos
que no conozca de lleno.

El juego de las tres cartas
y otros juegos de embeleco
son para mí el abecé
del arte de los enredos.
El centro de los Madriles
ése también es mi centro;
y la calle de la Aduana
y la calle de Tudescos
las conozco palmo a palmo
y las tengo así en los dedos.

Supongo que alguna vez
habrá que ir a la Modelo;
pero allí tengo también
amigos de pelo en pecho
y personas muy decentes,
que son unos caballeros.

Pio Baroja, Canciones del suburbio (1944)

Un Madrid que se nos fue pero que sigue conservando, como refleja Baroja, una especial personalidad.


Encuentra este poema en la página 402 de nuestra Antología poética del paisaje de España (2.ª edición), preparada por Cayo González y Manuel Suárez y publicada en 2019.

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864. Los lunes con poesía (7)

La lluvia lenta

Esta agua medrosa y triste,
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.

Quieto el árbol, quieto el viento,
¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!

El cielo es como un inmenso
corazón que se abre, amargo.
No llueve: ¡es un sangrar lento
y largo!

Dentro del hogar, los hombres
no sienten esta amargura,
¡este envío de agua triste
de la altura!

Este largo y fatigante
descender de aguas vencidas,
¡hacia la Tierra yacente
y transida!

Llueve… y como un chacal trágico
la noche acecha en la sierra.
¿Qué va a surgir, en la sombra,
de la Tierra?

¿Dormiréis, mientras afuera
cae, sufriendo, esta agua inerte,
esta agua letal, hermana
de la Muerte?

𝗚𝗮𝗯𝗿𝗶𝗲𝗹𝗮 𝗠𝗶𝘀𝘁𝗿𝗮𝗹

Un poema para un día lluvioso como los que hemos presenciado las últimas semanas. Esta es la lluvia que ha calado más de un par de zapatos (con sus calcetines), que ha hecho chocar paraguas en las pequeñas callejuelas llenas de caminantes (que salen a pesar de la tromba) y que ha ocasionado que estas últimas semanas hayamos tenido que saltar de forma graciosa (o estrepitosa) el charco frente a los pasos de cebra. Esta es la lluvia lenta que puede traer tristeza, nostalgia, calma o una buena excusa para quedarse en casa leyendo un buen libro…, ¡esta lluvia lenta es la que no deja a nadie indiferente! ☔


Encuentra este poema en dos de nuestras ediciones:

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864. 21 de marzo, «Ya vuelve la primavera»

Canción de primavera

Ya vuelve la primavera;
suene la gaita, ruede la danza.
Tiende sobre la pradera
el verde manto de la esperanza.

Sopla valiente la brisa;
suene la gaita, ruede la danza.
Las nubes pasan aprisa
y el azul muestran de la esperanza.

La flor ríe en su capullo;
suene la gaita, ruede la danza.
Canta el agua en su murmullo
el poder santo de la esperanza.

¿La oís que en los aires trina?
Suene la gaita, ruede la danza.
Abrid a la golondrina,
que vuelve en las alas de la esperanza.

Todo zumba y reverdece.
Suene la gaita, ruede la danza.
Cuando el son y el verdor crece
tanto más crece toda la esperanza.

Sonido, aroma y color;
suene la gaita, ruede la danza.
Únense en himnos de amor
que engendran el himno de la esperanza.

Morirá la primavera:
suene la gaita, ruede la danza;
más cada año en la pradera
tornará el manto de la esperanza.

La inocencia de la vida
(calle la gaita, pare la danza)
no tornará una vez perdida:
¡Perdí la mía! ¡Ay mi esperanza!

Pablo Piferrer

A pesar de tanto barro, tanto lodo, tanta inmundicia… que tenemos que soportar en nuestras tierras y en (algunas de) nuestras comunidades, ¡aquí está la primavera!


Encuentra este poema en nuestra Poesía cada día (2009), p. 65-66.

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