Homenaje a José López Rueda – Patrocinio Ríos

Reproducimos fielmente el texto de la intervención de Patrocinio Ríos Sánchez en el homenaje celebrado en honor de José López Rueda el día 18 de octubre de 2018 en la biblioteca Elena Fortún de Madrid.

Muchas gracias a todos ustedes por su presencia. Y muchas gracias a Pepa Nieto, coordinadora de “Arco Poético”, por invitarme a participar directamente en el homenaje dedicado a José López Rueda, profesor y escritor que el pasado 22 de mayo habría cumplido 90 años si la muerte no se le hubiese presentado el día 3 de febrero.

Huelga decir que la mejor manera de homenajear a un autor es publicándole sus libros y leyéndolos. Así que también muchas gracias a José María Gutiérrez de la Torre porque acaba de incluir en el catálogo de Ediciones de la Torre uno de los mejores libros de poesía de López Rueda: Crónica del asedio.

1. Breve biografía de López Rueda

Durante aproximadamente diez años he mantenido una relación de amistad con José López Rueda y destacaría que siempre tuvo una palabra amable y una actitud ejemplar, recta, no exenta de un humor sutil y una cordialidad abierta. Nunca le faltaba una sonrisa complacida, que a mí me parecía brotar de una serenidad interior. Guardaba una prudente reserva en las conversaciones de grupo. Cuando intervenía lo hacía con tranquilidad, con sosiego. Siempre le vi lejos de la arrogancia y del orgullo, ajeno a toda vanidad. Le adornaban virtudes como el estudio, la cordialidad, la templanza, la tranquilidad, la modestia. López Rueda coadyuvaba discreta y pacíficamente, con su palabra y con su presencia, al bienestar del prójimo y de la sociedad.

1.1. Docencia universitaria en Ecuador, Venezuela, Taiwán y USA

Nació en Madrid el 22 de mayo de 1928 y murió el 3 de febrero de 2018. En 1952 terminó Filología Clásica en la Universidad Complutense y permaneció en España hasta 1955. Entonces, con 27 años, decidió trasladarse a América. Entre 1955 y 1965 impartió clase en la Universidad de Cuenca (Ecuador). Luego, entre 1965 y 1976, en la Universidad de Oriente, en Cumaná (Venezuela), a orillas del Caribe. Durante ese periodo vino a España y permaneció dos años para obtener el grado de doctor. Su tesis, Helenistas españoles del siglo XVI, recibió el premio extraordinario (1970). Volvió a Venezuela y desde 1976 y hasta 1988 ejerció la docencia en la prestigiosa Universidad Simón Bolívar. En ella fue catedrático, coordinador de los Estudios de Posgrado en Literatura Latinoamericana y de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales. También enseñó como profesor visitante en las Universidades de Tamkang y de Furen (Taiwán, 1988-1990).

Volvió a Madrid en 1990 y aquí terminó su carrera profesoral dirigiendo en Alcalá de Henares el Programa académico de la Universidad Bowling Green de Ohio (USA) desde 1991 a 1999. Dentro de este periodo pasó dos semestres en USA, en 1994 y en 1998. Ha vivido fuera de España desde su juventud hasta la llegada de la senectud y de la jubilación. Total, más de 30 años de docencia universitaria en el exterior.

1.2. Condiscípulos en la Universidad Complutense

En la Universidad Complutense de Madrid fueron condiscípulos suyos Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile y otros. Precisamente Medardo Fraile comienza así el apartado III del capítulo 9 de El cuento de siempre acabar. Autobiografía y memorias:

“Acabo de escribir que conocí a Paito en la casa -Doctor Esquerdo, número 43- de Carmina [Carmen Martín Gaite] y Rafael [Sánchez Ferlosio], pero claro está que a Rafael Sánchez Ferlosio lo conocí antes en la Facultad de Letras, aún soltero, como estábamos todos, Fernández Santos, Aldecoa, Alfonso Albalá, Guerrero Zamora, López Rueda, Álvaro Galmés, Manuel Seco, Emilio Lledó, y tantos otros que se pierden en mi memoria, como si llegaran tarde para el retrato escolar. Los cuatro últimos eran muy estudiosos”.

Nos dice también Medardo Fraile que el joven López Rueda, que era, en efecto, “un excelente estudiante de griegos y latines” (264), “fluctuaba, con días amargos, entre enclaustrarse en el Griego y el Latín o liberarse románticamente haciendo poesía y, poco a poco, pudo compaginar muy bien ambas tendencias. Pasaba tardes enteras trabajando en la biblioteca del Ateneo y fue uno de mis mejores amigos de los veinte años” (299-300).

2. Obra

Casi toda la obra escrita ha surgido durante su estancia en los diversos países donde ejerció su labor docente. Cuantitativamente supera la veintena de libros y tiene dos caras: la ensayística o investigadora y la de creación.

2.1. En el apartado de los ensayos y la investigación sobresalen tres títulos:

Helenistas españoles del siglo XVI, Madrid, Instituto ‘Antonio de Nebrija’, 1973. Como dije, fue su tesis doctoral, galardonada con el Premio Extraordinario en la Universidad Complutense (1970).

Rómulo Gallegos y España, Caracas, Monte Ávila, 1986. Premio Andrés Bello de la Universidad Simón Bolívar de Caracas.

González de Salas, humanista barroco y editor de Quevedo, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2003.

2.2. Literatura de creación

En su literatura de creación destacan la poesía y la narración. Aparte los cuentos, yo subrayo Aldea 1936. Esta novela se había publicado en Cuenca (Ecuador) en 1958 y en 2011 la reeditó en España José María de la Torre. Juan Cano Ballesta le puso un prólogo y terminaba diciendo que Aldea 1936 “nos ofrece el retrato simbólico de aquella España entregada a la orgía parricida de una atroz guerra civil”.

Pero López Rueda es sobre todo poeta y como tal ha publicado varios libros. En este género lírico ha recibido el primer premio de poesía en el Concurso Nacional Alfonso Reyes (Quito, Ecuador, 1958), la primera mención de honor en el Concurso Nacional de Poesía promovido por el diario El Universo de Guayaquil en 1959 y el premio José Chacón (Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1992). Componen la obra poética 10 libros, tres de ellos inéditos:

Soledad y memoria, Ecuador, Universidad de Cuenca (Ecuador), 1958[1].

Testimonio de sombra, Universidad de Cuenca [Ecuador], 1963, (Graf. Universidad de Cuenca)[2].

Cantos equinocciales, Madrid, Ágora, 1977. (El autor declara que en este libro “está presente toda mi experiencia americana, los paisajes del continente, sus habitantes y también toda mi nostalgia”).

Crónica del asedio, Madrid, Colección Pórtico 3, 1983[3].

Cuaderno de Tamkang, Madrid, Bowling Green State University, 1996.

Fervor secreto, pr. de Medardo Fraile, Madrid, Verbum, [2002]. Apareció en 1959[4].

Espinelas del abuelo, Madrid, Colección Pórtico 3, 2007[5].

3. Crónica del asedio

Entre los libros de poesía adquiere relevancia Crónica del asedio, de cuya reedición en la mencionada editorial he sido el preparador.

3.1. La doble realidad

Creo que en este libro está representada la doble la realidad de José López Rueda: la realidad visible y la realidad interior que discurre por los adentros del ser.

La observación de la realidad desde ese doble enfoque me recuerda el cuadro de Rafael Sanzio titulado La Escuela de Atenas, famoso fresco pintado para la Stanza della Segnatura en el Vaticano por encargo de Julio II a principios del siglo XVI. Aparecen en él varios grupos de personas de la antigüedad: matemáticos, filósofos, artistas, geógrafos, científicos y el propio Rafael. Todos en movimiento. La escena tiene lugar en un sólido edificio con una perspectiva de tres arcos. En la parte central del último se recortan las figuras de Platón y Aristóteles sobre un fondo azul. Platón, con larga barba, lleva en su mano izquierda el Timeo. Con la mano derecha señala al cielo, al mundo de las ideas. Aristóteles porta la Ética en la mano izquierda y orienta la derecha hacia el suelo, a la realidad física.

Esas dos realidades apuntadas por los dos filósofos clásicos son las que encuentro representadas en sendos apartados de Crónica del asedio: la realidad sensible y esa otra realidad que se percibe con los ojos del espíritu y se palpa con el tacto inmaterial. La primera de las dos secciones se titula “Desfile de catorces” y la componen 35 sonetos. La segunda da título al libro y consta de 52. Total, 87 poemas.

Los motivos temáticos de la primera parte son diversos, unos europeos y otros americanos. En ellos capta un hecho (a veces aciago o censurable), transmite una impresión, un sentimiento, una sensación, un viaje, una evocación histórica o artística y musical. Espacio destacado ocupa Grecia, a la que dedica 11 sonetos de los 35. Claramente muestran que el autor es a la vez un filólogo clásico.

Los 52 sonetos de la sección segunda son íntimamente confesionales. Queda consignada en ellos la batalla de la vida interior, la meditación, el recogimiento, la reflexión, el asedio al Invisible. Este medio centenar de sonetos constituye el camino espiritual de López Rueda. Por esa galería del alma fluyen dos tradiciones espirituales: la oriental y la occidental cristiana. Eso le confiere a Crónica del asedio una importante particularidad temática.

3.2. Notas de estilo

El lector advierte en seguida el virtuosismo para la composición del soneto y la elegancia y novedosa capacidad de metaforización. Al componer un libro con esta estrofa clásica parece obedecer López Rueda a aquel consejo que fray Luis de León brindaba al licenciado Juan de Grial. Este poeta del Renacimiento componía una poesía fundamentalmente latina y su amigo fray Luis exhortaba “Al licenciado Juan de Grial” a continuar en esa línea clásica con estos versos:

“Escribe lo que Febo

te dicte favorable, que lo antiguo

iguala y pasa el nuevo

estilo […]”.

“Lo antiguo -asevera fray Luis- iguala y pasa el nuevo/ estilo”. Aplicando esta recomendación al caso de López Rueda significa que este libro de sonetos que forman Crónica del asedio no sólo iguala sino que pasa a muchos libros publicados por poetas de su generación o de otras posteriores y no muy partidarios de tal estrofa. Pero Unamuno, cultivador frecuente del soneto, decía a propósito de esta composición de origen italiano en De Fuerteventura a París. Diario íntimo de un confinamiento y destierro vertido en sonetos: “¡Qué intensidad de emoción no alcanza un sentimiento cuando se logra encerrarlo en un cuadro rígido, en una forma fija, cuando se consigue hacer un diamante de palabras con sus catorce facetas lisas y brillantes y sus cortantes aristas!”.

4. Carta de Gerardo Diego y algunos sonetos de Crónica del asedio

Por su parte, Gerardo Diego, gran sonetista también, destacó el virtuosismo del autor de Crónica del asedio en una carta inédita fechada el 12 de enero de 1984 y que ahora se publica en este libro. De ella extraigo este párrafo:

“Dentro de la perseverancia en la forma del soneto en sus dos partes, el triunfo del artífice sobre la materia es constante y tiene para mí muestras tan emocionantes como “Cátedra de fray Luis de León en Salamanca”, el segundo soneto de “Re­tablo”, tan bellamente concebido y resuelto, el de Beethoven, el dedicado a la ola, la “Oda pequeña a mi Volkswagen” y así sucesivamente. La serie de Grecia es toda una lección de helenismo”.

Quiero terminar mi intervención haciéndoles llegar a ustedes algunos de los sonetos de Crónica del asedio. Eso es lo importante hoy para honrar la memoria de José López Rueda. Pertenecen a las dos realidades señaladas. Pero permítanme antes, queridos amigos, referirme de nuevo a la oda de fray Luis de León a Juan de Grial. Comienza así:

“Recoge ya en el seno

el campo su hermosura, el cielo aoja

con luz triste el ameno

verdor, y hoja a hoja

las cimas de los árboles despoja”.

Después de esta localización temporal, fray Luis comparte con su amigo esta invitación: “El cielo nos convida/ A los estudios nobles […]”. Oportuna proposición para este octubre. Yo la hago mía y, a su vez, la comparto con ustedes.

Muchas gracias

Patrocinio Ríos Sánchez, 18 de octubre de 2018

[1] Reseñado por Ezequiel González Mas, “Soledad y memoria de José López Rueda”, El Telégrafo, Guayaquil, 6 de julio de 1958, que no he podido consultar; y Luis López Martos, “Soledad y memoria de José López Rueda”, Ágora, núm. 25-26, Madrid, noviembre-diciembre de 1958.

[2] Antonio Buero Vallejo envió un tarjetón a López Rueda el día 24 de enero de 1963 y escribe: “Pienso que a Unamuno o a Machado les habría gustado su Testimonio de sombra, y a mí también”.

[3] Reseñado por Francisco Belda [Planas], “Un libro de sonetos”, en El Universal, Caracas, 23 de diciembre de 1984 (p. 11); y María Teresa Bertelloni, “La irrenunciable necesidad de la poesía: Crónica del asedio de José López Rueda”, en Encuentros 1993 (anuario de poemas, ponencias y comunicaciones), ed. de Juan Ruiz de Torres, Madrid, Academia Iberoamericana de Poesía, 1993.

[4] Reseña de Medardo Fraile, “El Fervor secreto de José López Rueda”, Arriba, Madrid, 8 de febrero de 1959. Reproducida en la ed. de 2002.

[5] Permanecen inéditos: “USA Song” (1998), “Iberiada” (1999), con cierta visión noventayochesca, y “Ciclón de luz” (2000). Sobre el inédito “Iberiada” ha manifestado el autor: “A este poemario, don Miguel de Unamuno lo llamaría ‘Andanzas y visiones españolas’. Lo fui componiendo durante la última década del siglo pasado en que como director del programa en España de la Universidad de Bowling Green (USA), recorría todos los años los campos y ciudades de la Península con mis estudiantes norteamericanos. En estos poemas, arde mi pasión (crítica y a ratos noventayochesca) por España”. (https://biblioteca.ucm.es/escritores/ jose_lopez_rueda/obras/obr474.php).

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