868. Los lunes con poesía (9)

¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca…

¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca
cuando es jazmín, morada cuando es lirio.
Sabe abrir el capullo
sin reservar dulzuras para ella,
a la mirada o a la abeja.
Permite sonriendo
que con su alma se haga miel.
¡Cuánto sabe la flor! Sabe dejarse
coger por ti, para que tú la lleves,
ascendida, en tu pecho alguna noche.
Sabe fingir, cuando al día siguiente
la separas de ti, que no es la pena
por tu abandono lo que la marchita.
¡Cuánto sabe la flor! Sabe el silencio;
y teniendo unos labios tan hermosos
sabe callar el «ay» y el «no», e ignora
la negativa y el sollozo.
¡Cuánto sabe la flor! Sabe entregarse,
dar, dar todo lo suyo al que la quiere,
sin pedir más que eso: que la quiera.
Sabe, sencillamente sabe, amor.

Pedro Salinas, Largo lamento (1936-1939)

Celebrando la venida de la primavera, salimos a pasear y vemos las pequeñas hojas verdes asomando del interior de las desnudas ramas de los árboles; las flores se desperezan y se abren al buen tiempo, desvelando la sabiduría silenciosa de la que habla Salinas. Escuchemos cómo sin palabras, en su continuo movimiento, nos enseñan las cosas importantes de la vida.


Este poema se encuentra en Antología poética del paisaje de España (ed. Cayo González y Manuel Suárez), 2019, p. 188-189; y en Pedro Salinas para niños, 1992, p. 88.

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